miércoles, 17 de febrero de 2010

VALOR PARA CAMBIAR: 28 de marzo

¿Qué sucede cuando me aferro físicamente a algo? Giro mi cabeza. Cierro los ojos con fuerza. Me duelen los nudillos al apretar los puños. Las uñas de los dedos se me clavan en las palmas de las manos. Me agoto. ¡Me lastimo!

Por otro lado cuando confío en que Dios me proporcionará lo que necesito, puedo soltar las riendas. Miro hacia el futuro. Tengo las manos libres para actividades sanas, afectuosas y entrete­nidas. Encuentro reservas inesperadas de energía. Abro los ojos para ver nuevas oportunidades, muchas de las cuales han estado siempre delante de mí.

Antes de quejarme de mi sufrimiento, debería examinarme a mí mismo. Tal vez me sorprenda por todo el dolor que puedo eliminar simplemente soltando las riendas.

Recordatorio para hoy

¿Cuánto puede darme Dios si no estoy dispues­to a recibir? Cuando me aferro a un problema, a un temor o a un resentimiento, me privo de la ayuda disponible. Hoy dejaré de aferrarme a algo. "Soltaré las riendas y se las entregaré a Dios."

"Todo lo que tenía que hacer era tener la mínima volun­tad para abrir mi puño un poco y los milagros ocurrie­ron. Así es Dios según mi entendimiento hoy."

As We Understood...



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