miércoles, 17 de febrero de 2010

Me resultaba muy difícil creer que el alcoholismo era una enfermedad. Estaba convencido de que si realmente lo querían, los alcohólicos podían dejar de beber. Después de todo yo dejé de fumar. ¿No era lo mismo?
Un día un miembro de AI-Anon comparó el alcoholismo activo con el mal de Alzheimer. Vemos a nuestros seres queridos consumirse sin enterarse de lo que está sucediendo o sin poder detenerlo. Se ven perfectamente normales por fuera pero la enfermedad progresa y se toman más y más irracionales y difíciles. En sus momentos de lucidez, cuando parece volver a la normalidad, queremos creer que están bien, pero esos momentos pasan, y nos desesperamos. Poco tiempo después nos sentimos resentidos con la misma gente que en algún momento amamos.
Siempre le estaré agradecido a mi amiga porque su explicación me ayudó a aceptar la realidad de mi situación. Luego me fue más fácil separar la enfermedad de la persona.
Recordatorio para hoy
Cuando acepto que el alcoholismo es una enfermedad, me veo obligado a encarar el hecho de que soy incapaz ante él. Sólo así puedo conquistar la libertad de concentrarme en mi propio crecimiento espiritual.
"Un familiar no tiene más derecho a decir: "Si me amaras no te emborracharías" que el derecho a decir: "Si me amaras no tendrías tuberculosis..." La enfermedad es una condición, no un acto."
Una guía para la familia del alcohólico
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